(19 febrero 2019) Eventos intensos de calor, como los vividos este verano con temperaturas record, más la baja en las precipitaciones invernales, son factores que están acelerando la perdida de masa en los glaciares de la cordillera de los Andes, advierte Gino Casassa, jefe de Glaciología y Nieves de la Dirección General de Aguas (DGA) del MOP.
El equipo de esa unidad avanza en la actualización del inventario nacional de glaciares, que estar? listo en julio y permitir? conocer la evolución de estas masas de hielo frente al cambio climático.
El mapeo anterior se hizo en 2014, con datos e imágenes satelitales y aéreas de 2000 y 2002, las que ahora se comparan con otras de 2015, de similar resolución, para el nuevo catastro.
Un primer resultado de este trabajo se conoció en octubre del año pasado, cuando se reveló que, en la Patagonia -donde se concentra el mayor derretimiento de glaciares en el mundo-, Campo de Hielo Sur perdió en total 220 km {+2} en 13 años.
Por estos días, se están procesando los datos de las zonas norte y central de Chile. En esta última, se han evaluado los cambios experimentados por los glaciares entre 2000 y 2015 en la cuenca del río Maipo, en la Región Metropolitana. Y se ha constatado una disminución del área cubierta por los glaciares de valle y de montaña, retrocesos en sus frentes y mayores niveles de adelgazamiento, que los lleva luego a fragmentarse.
“Las reservas que representan los glaciares van a seguir disminuyendo; los más pequeños primero. En Perú y Ecuador, esto ya se está viendo”, dice Casassa, aunque precisa que es en menor escala que en la Patagonia.
Disminución del hielo
Los datos, entre 2000 y 2015, revelan que en la cuenca del río Maipo los glaciares pierden masa: se adelgazan a razón de 1 a casi 2 metros por año. En el Olivares Gamma, la reducción de espesor anual es de 1,59 metros por año; en el Olivares Beta, 1,25 metros; y en el Olivares Alfa, 1,5 metros. El glaciar del Plomo disminuye su grosor en casi un metro por año, al igual que el Bello, mientras que el San Francisco lo hace a razón de 1,87 metros al año.
Lo mismo ocurre en la cuenca del río Tinguiririca. Allí se adelgazan en más de 2 metros por año los glaciares Cipreses, Universidad y Tinguiririca.
La tendencia indica un declive en estas masas de hielo, que ayudan a retener nieve en invierno para liberarla en la estación más seca. En esa línea, Casassa plantea que habrá que planificar cómo afrontar la escasez de agua en pocas de sequía, y pensar en construir embalses pequeños, en alimentar las napas subterráneas en los períodos en que hay más agua, e incluso evaluar trasvasijes de una cuenca a otra.
Fuente: El Mercurio.

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